El sábado 31 de agosto, Brasil bloqueó el acceso a la plataforma X (anteriormente conocida como Twitter) en todo el país, tanto en la web como en la aplicación móvil. La medida se tomó después de que la empresa de Elon Musk incumpliera una orden del juez del Tribunal Supremo, Alexandre de Moraes, quien había exigido que X nombrara un representante legal en Brasil. El conflicto escaló y se polarizó. Mientras el Poder Judicial brasileño argumenta que tiene derecho a investigar las operaciones de desinformación, Musk, un aliado abierto del ultraderechismo desde Donald Trump hasta Javier Milei y Jair Bolsonaro, sostiene que es víctima de una campaña de violación de la libertad de expresión promovida por el presidente Lula y sus seguidores.

Se supone que en el presente alrededor de 40 millones de usuarios de Brasil carecen de acceso a la plataforma por medio de los proveedores nacionales del servicio de internet. La agencia reguladora de las telecomunicaciones, Anatel, ejecutó el apagón de X. Los tuiteros brasileños aún podrían conectarse y utilizar la red social por medio de una VPN o red privada virtual.

La resolución judicial que sacó del juego a la compañía de Musk dice que el servicio se restablecerá cuando cese la desobediencia. La empresa carece de un representante en el país desde principios de agosto. Pero Musk parece dispuesto a elevar el desafío y a globalizar la disputa como una cruzada contra "el socialismo" que intenta dominar la conversación pública.

El debate: ¿ataque o protección de la libertad de expresión?

Musk criticó con dureza a De Moraes: lo calificó de tirano y lo acusó de usar la censura como herramienta política para beneficiar a Lula y su sector. La CEO de X, Linda Yaccarino, expresó su tristeza por la situación y afirmó que Brasil está desconociendo los límites que le impone su Constitución.

De Moraes y sus defensores argumentan que sus acciones son necesarias para proteger la democracia brasileña en un momento de alta polarización. Sostienen que la plataforma facilita la propagación de discursos de odio, las mentiras y el extremismo, y que la falta de cooperación de X con las autoridades judiciales pone en riesgo la estabilidad democrática del país.

Este tipo de enfrentamiento no es nuevo, pero adquiere relevancia en un contexto donde las redes sociales juegan un papel crucial en la formación de la opinión pública. Y pone en foco el papel de plataformas que facilitan la viralización de mensajes estigmatizantes, muchas veces emitidos desde cuentas anónimas.

¿Esto ya pasó en otros países?

El bloqueo de plataformas como X no es un fenómeno aislado. En países con regímenes autoritarios, como Rusia, China, Irán y Corea del Norte, Twitter y su sucesor X han sido bloqueados o censurados en diferentes momentos. En otros países, como Turquía y Egipto, las suspensiones temporales de redes sociales han sido utilizadas para sofocar el disenso y controlar la narrativa pública.

En Brasil hubo otros bloqueos de plataformas. WhatsApp, propiedad de Meta, fue suspendido varias veces entre 2015 y 2016 por negarse a cooperar con las autoridades. Telegram también fue amenazado con un cierre nacional en 2022 por ignorar solicitudes de bloquear perfiles vinculados a desinformación.

El origen del debate: cuatro meses atrás

Este conflicto comenzó en abril, cuando X denunció que había sido obligado a bloquear "ciertas cuentas populares en Brasil" sin suficiente explicación. La empresa afirmó que las órdenes no eran compatibles con la ley brasileña y que desafiaba dichas decisiones cuando era posible.

Musk expresó que las cuentas suspendidas pertenecían a miembros del parlamento y periodistas importantes, lo que, según él, amenazaba directamente a la libertad de expresión en Brasil.

¿Quién es Alexandre de Moraes?

Alexandre de Moraes integra el Tribunal Supremo de Brasil y preside el Tribunal Superior Electoral desde 2022. Conocido por su postura firme contra las fuerzas antidemocráticas, ha liderado investigaciones contra el ex presidente Jair Bolsonaro y sus seguidores. Desde 2019, De Moraes encabeza una investigación sobre las llamadas "milicias digitales" en Brasil, acusadas de difundir noticias falsas y atacar a figuras públicas.

A lo largo de su carrera, ha enfrentado críticas de la derecha política, que lo acusa de abusar de su poder. Sin embargo, muchos lo defienden, argumentando que sus acciones son necesarias para salvaguardar la democracia en un país que ha enfrentado serias amenazas a su estabilidad institucional.

El debate en torno al bloqueo de X en Brasil refleja una tensión global entre la libertad de expresión y la responsabilidad de las plataformas en la lucha contra la desinformación y el extremismo. Mientras algunos ven en la medida un intento de censura, otros la consideran una defensa legítima de la calidad del debate público que exige la democracia.

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